Hace 500 millones de años , en el paleozoico, cuando los Montes de Toledo estaban cubiertos bajo un mar, y por el fondo oceánico y como única vida existente, reptaban los trilobites, una especie de ciempiés marino que dejaría sus rastros, y que posteriormente con el peso del tiempo y de los sedimentos se transformaría en rocas de cuarcita, en las que se se quedarían fosilizadas las huellas de reptación de la vida más abundante de aquel fondo marino, los trilobites, convirtiéndose en “Cruzianas».
Reciben el nombre de cruzadas por que los rastros de los trilobites que se cruzan entre ellos muy menudo, ya que deberían de ser muy numerosos como demuestran los fósiles que quedaron depositados en la roca de “cuarcita».
Hay algunos casos en que incluso se pueden encontrar paredes enteras con cruzadas en los riscos de Los Montes de Toledo. En Cabañeros hay una pared impresa de huellas que según la cultura popular se trataba de una hermosa joven enamorada convertida en serpiente que despertaba cada cien años.
Desde pequeño , siempre me llamó la atención este fenómeno y soy coleccionista de de fósiles de cruzianas, y me podía quedar días buscándolos por las zonas más altas de las sierras, que por erosión es donde más aparecen. Por costumbre se te acaba haciendo la vista a encontrarlos y por suerte conservo una gran colección de fósiles de “cruzianas», que he ido encontrando a lo largo de mi vida y he querido compartir esta maravilla de los Montes de Toledo en éste libro.
En Extremadura las llaman «Orejas de Moro»… buen símil…